PRESENTACIÓN
En esta etapa, la historia económica de la República estuvo marcada por intensos pero breves momentos de crecimiento, separados por periodos de transición e incertidumbre.
En esta etapa, la historia económica de la República estuvo marcada por intensos pero breves momentos de crecimiento, separados por periodos de transición e incertidumbre.
La República Aristocrática y el Oncenio de Leguía (1919 - 1930)
A partir de 1919, el desarrollo económico del Perú fue conducido por
Leguía, quien pensaba que este crecimiento estaba ligado a su habilidad para
atraer capitales, tecnología, mercados y conocimiento empresarial de los países
avanzados de Occidente, especialmente Estados Unidos, por la apertura del Canal
de Panamá, en detrimento de los capitales británicos y europeos.
Atrajo gran cantidad de asesores norteamericanos que ayudaron a
reformular la legislación. Se prepararon nuevos códigos para modernizar las
actividades comerciales, mineras y agrícolas, que estuvieron acompañados por
una nueva legislación bancaria, presupuestaria, tributaria y aduanera.
La Gran Depresión de 1929. En la década del veinte, retrocedieron las
exportaciones de azúcar, algodón, caucho y lana por la baja demanda mundial. El
sector agroindustrial, que solo había reinvertido en ampliar esta producción,
se vio ante grandes pérdidas económicas.
La gran depresión que abarcó todo el mercado internacional a partir de
1929, afectó también al Perú, pues empezó a sentirse los efectos de esta
economía dependiente exportadora, al colapsar algunas economías regionales.
Gobierno de Cerro
En 1931 la misión Kemmerer. diseñó un programa de ajuste y reforma para
el alicaído sistema fiscal y financiero del país. El plan recomendaba la
contracción crediticia y monetaria; reservas elevadas en el Banco Central y la
liquidación de varios bancos grandes; la reforma de la banca; el presupuesto;
el abandono del patrón de oro; la promulgación de un código tributario (que
incluyera el impuesto a la renta y a las propiedades); el código de aduanas y
el tratamiento de la deuda.
El gobierno adoptó inmediatamente el plan, pero su aplicación encontró
innumerables dificultades: solo llegó a fortalecer al Banco Central de Reserva
y a la Superintendencia de Banca y Seguros, al dotarlos de autonomía
constitucional, lo que ayudó a modernizar las transacciones financieras y
salvar a la banca de la quiebra durante la depresión.
El Perú
comienza a levantarse. A partir de 1933, el Perú se recupera rápidamente porque
fueron las empresas extranjeras, que controlaban 50% de las exportaciones, las
que llevaron el peso de la crisis internacional. La recuperación estuvo
encabezada por la exportación de algodón (en manos de capitalistas nacionales) que
tuvo un elevado valor de retorno y significativo efecto multiplicador en la
economía interna.
Por otro
lado, el Perú se había negado a pagar la deuda (aunque la reconocía) lo que le
permitió duplicar sus importaciones y estabilizar su tasa de cambio. Junto con
el algodón se recuperaron los precios de la plata, el oro, el cobre y el
azúcar. Mientras los aranceles no cambiaron, solo subieron de 19% a 20% en diez
años, entre 1927 y 1936. Nuestra economía en los años de guerra.
Durante
la Segunda Guerra Mundial, gobernaba el presidente Manuel Prado, quien aceptó
controlar los precios de las materias primas en favor de EE.UU., con lo cual
ayudó al esfuerzo bélico estadounidense, pero redujo las ganancias peruanas en
minerales y otras mercancías.
Por esto,
en comparación con otros países latinoamericanos, las reservas de divisas
extranjeras del Perú fueron bajas y su avance a una autosuficiencia económica,
más lento. Pero, a la vez, aumentaron las inversiones de Estados Unidos, con lo
que se alivió la incertidumbre económica y se favorecio el crecimiento.
El
gobierno de Odría. Entre los años 1945 y 1948,
El
gobierno de Odría libera de tributos a la minería, lo que favorece la
producción y la exportación de minerales. Se forman grandes empresas mineras
como la Southern Perú Copper Corporation y crece la Cerro de Pasco.
Odría no apoyó a la industria pues se concentró, casi exclusivamente, en
el sector exportador. A partir de 1950, el gobierno de Odría dictó nuevas
medidas económicas siguiendo las recomendaciones de la Misión Norteamericana
Klein, que había llegado al Perú a pedido del gobierno.
Se
trataba de una reforma del Impuesto a la Renta para aumentar la recaudación
tributaria, dicha reforma consistía en reemplazar los Impuestos Cedulares (que
permitían crear impuestos complementarios) por otro impuesto de carácter
progresivo, el que sería aplicable tanto a personas naturales como a empresas.
Pero el
Congreso la desestimó y no fue aprobada la reforma tributaria. Fueron
presionados por la Sociedad Nacional de Industrias y la Cámara de Comercio, ya
que esto implicaría la elevación de los impuestos a las utilidades de las
empresas, a los dividendos que generaban las acciones y a la renta que obtenían
las personas y empresas peruanas con domicilio en el extranjero.
Segundo periodo de Manuel Prado Ugarteche En 1959
Se promulgó la Ley 13270 que contemplaba la liberalización de las
inversiones industriales de los controles del Estado peruano. La citada ley
exoneraba de impuestos a la Importación de Insumos y de Bienes de Capital
destinados a la fabricación de bienes manufactureros, pero debido a la caída de
los precios internacionales de nuestras exportaciones y a la recesión de la
economía norteamericana, la tasa de ganancias de las empresas (especialmente
las agroexportadoras)
Se
redujeron, generando el descontento por lo que Prado tuvo que nombrar ministro
de Economía a uno de ellos a Pedro Beltrán. Beltrán puso en marcha un programa
económico liberal, obtuvo un préstamo del Banco Central de Reserva, emitió
dinero usando la famosa “maquinita” y obtuvo el respaldo del FMI, recortó el
gasto público, eliminó los subsidios a los alimentos, aumentó el precio de la
gasolina y congeló los salarios.
Lo más controversial fue el aumento del precio de la gasolina, que tenía por finalidad aumentar los ingresos a través del Impuesto al Consumo y las utilidades. Las medidas dieron resultado menos en el gasto público porque debía pagar el costo social y entonces se vio obligado a aumentar la carga tributaria a las empresas, afectando sus ganancias.
Primer gobierno de Fernando Belaúnde Terry
Una de las más importantes reformas del gobierno de Belaúnde fue
la eliminación de la Caja de Depósitos y Consignaciones controlada por las
entidades financieras privadas que se encargaban de recaudar los impuestos y
utilizarlos para intereses propios. En su lugar, Belaúnde creó el Banco de la
Nación (1966), lo que le permitió al Estado peruano recaudar los impuestos y
utilizarlos sin la intermediación del sector privado.
La gran cantidad de obras públicas y programas sociales del gobierno de
Belaúnde lo llevó a incrementar el gasto público. Para financiar estos
programas se plantearon el incremento del impuesto a la renta y el
establecimiento de un impuesto a la propiedad. Se dió durante este gobierno una
serie de irregularidades de evasión tributaria perjudicando al Estado peruano.
Todo esto trajo como consecuencia la promulgación de la Reforma del
Servicio Aduanero; de los Aranceles de Aduana y de la Autoridad Portuaria; de
las Declaraciones Juradas de los Bienes y Rentas de los Funcionarios
Públicos; y de las Exoneraciones Tributarias del Poder Judicial.
El gobierno del General Juan Velasco Alvarado
El gobierno de las FFAA., encabezado por Velasco y una corriente de
militares “progresistas”, le otorgó al Estado un creciente papel como
“planificador del desarrollo”. Esto desequilibró las finanzas públicas porque al
crecer el gasto público, sin el respaldo de una reforma tributaria que
incremente el ingreso tributario, condujo al país a un inevitable déficit
fiscal.
Los subsidios y el crecimiento de la burocracia estatal contribuyeron
también a profundizar el déficit. Entonces, el gobierno recurrió a la
tradicional solución de hacerse empréstitos y por lo tanto, la obligación de
pagarla aumentó ocasionando una gran presión sobre la balanza de pagos.
El déficit fiscal. se generó no porque el Estado se haya
“excedido en su gasto público corriente” sino porque no aumentó sus ingresos
(presión tributaria).
Francisco Morales Bermudez
Agravando el error cometido anteriormente, el Plan Túpac Amaru de
la segunda fase no anuncia una revisión sustancial de la política tributaria
del gobierno; en cambio, incrementa los impuestos a la venta de bienes y
servicios de 17% a 20%, y a los bienes de lujo de 27% a 40%, así como el de
gasolina; este último así como los impuestos indirectos que paga la mayoría de
la población pasan a ser los que más aportan a los ingresos públicos por
recaudación de impuestos.
Mientras que los impuestos directos a la renta, la propiedad y la
exportación disminuyeron.en un 50%. El sector privado no bajó su
rentabilidad, incluso algunos de estos sectores aumentaron su ahorro, pero no
invirtieron. Fue el Estado el que no incrementó sus recursos y tuvo que
recurrir al endeudamiento externo e interno para financiar su programada
expansión.
El segundo gobierno de Belaúnde
se encuentra con un gran déficit fiscal que trata
de paliar descargando al Estado de las obligaciones generadas por su rol
empresarial. Devolvió muchas empresas a “manos privadas”, implementó medidas de
austeridad, liberó las importaciones e incrementó el pago de la deuda externa
en un 51%.
Para cumplir con su plan pactó un nuevo
endeudamiento y aplicó nuevos incrementos a los impuestos indirectos que
pasaron a representar del 50.5% de la recaudación en 1980 al 66, 6% en 1982;
mientras que los impuestos directos que recaían en los que percibían mayores
ingresos, disminuyeron su participación en el monto total de lo recaudado del
48, 9% al 32, 3% en el mismo periodo.
En 1985, la recaudación había bajado
dramáticamente, se recaudaba en cuanto a impuestos directos solo el 61% de lo
obtenido en 1980 mientras que en los indirectos la baja fue de solo 2%. Por
otro lado, los impuestos a las exportaciones disminuyeron hasta representar
solo el 13% de lo recaudado.
Alán García Pérez
El Estado se encontraba orientado por
una política tributaria basada en bajar su presión mediante el continuo
incremento de la carga tributaria de la población, en general cuando se
incrementó el IGV y el ISC (impuestos directos) a la gasolina en un 166%,
mientras se disminuía la carga a los que poseían importantes capitales. Y por
otro lado, el gasto fiscal se nutría de empréstitos que no solucionaban el
problema económico sino que solo lo postergaban.
La gran cantidad de obras públicas produjo incremento del gasto público
pero como la recaudación tributaria disminuía el resultado de esta fórmula fue
el incremento del déficit fiscal. Entre 1985 y 1990 la situación se
agudizó, la inflación alcanzó niveles superiores al 7000%. La presión
tributaria cayó de 13, 5% en 1985 a 4, 9%
En 1990. El sistema tributario era extremadamente complejo; la
administración tributaria no respondía a las exigencias fiscales y estaban
dadas las condiciones para que se produzca el caos y la corrupción.
Alberto Fujinori Fujimori
En términos económicos y fiscales, el país estaba experimentando un
retroceso. El bajo nivel de recaudación tenía varias causas, las
principales de ellas fueron el gran número de exoneraciones tributarias y de
regímenes de excepción, la poca fiscalización y control debido al gran número
de impuestos (hasta 1991 ya existían más de 100 impuestos diferentes).
El resultado fue un sistema tributario inoperante que no proveía de recursos al Estado. La evasión se convirtió en una práctica aceptada y la corrupción se generalizó.